María Jesús Pérez es una reconocida activista de las mujeres con discapacidad en Andalucía que lleva toda una trayectoria luchando por sus derechos e igualdad. Fue hace más de tres lustros cuando esta psicóloga almeriense con acondroplasia decidió pasar a la acción poniendo en marcha la asociación Luna para trabajar en favor de las mujeres con discapacidad. Su labor ha sido reconocida recientemente con uno de los premios Meridiana del Instituto Andaluz de la Juventud este año.
¿Consideras que la discapacidad es un agravante que incrementa el riesgo de desigualdad y discriminación para estas mujeres? Realmente sí es un agravante, ya que las mujeres con discapacidad sufrimos una doble discriminación, por ser mujeres y por nuestra discapacidad. Al principio del movimiento asociativo de la discapacidad no nos sentíamos representadas porque eran hombres mayoritariamente quiénes dirigían las asociaciones, pero la situación ya ha cambiado. Tampoco nos veíamos reflejadas en el movimiento de las mujeres, y que había temas que nos afectaban como la maternidad o la sexualidad por los que no se habían preocupado. Ahora tenemos muchos retos para el futuro, como es normalizar la imagen de las mujeres y niñas con discapacidad, avanzar en la formación e información a la sociedad mediante programas de sensibilización o el derecho a la información y la accesibilidad para las mujeres con discapacidad, para que todos los núcleos urbanos y rurales sean inclusivos y sostenibles desde la perspectiva de género. ¿Qué retos tenéis por delante? Sin múltiples y entre ellos reclamamos, por ejemplo, la modificación de ley de propiedad horizontal para garantizar la accesibilidad obligatoria, ya que en la pandemia hemos visto a gente que se ha quedado encarcelada en su propia casa. Pedimos también formar a los profesionales de la discapacidad en clave de género para garantizar una atención adecuada o la accesibilidad a la Justicia para poder facilitar la capacidad jurídica en la defensa de nuestros derechos. Asimismo, reivindicamos que la perspectiva de género y discapacidad esté presente en todas las políticas ya que debe ser transversal en todas las actuaciones públicas que lleven a cabo las administraciones, además de exigir el impulso de la autonomía personal y la vida independiente y legislar para impulsar la figura del asistente personal. ¿Crees que la sociedad es consciente de la realidad y problemas de las mujeres con discapacidad? No lo creo, aunque desde el movimiento asociativo nos estamos haciendo visibles. La sociedad no es consciente, hay que incidir en su sensibilización, para la mujer con discapacidad la sexualidad y la maternidad debe ser igual, todavía hay muchos tabúes que tenemos destruir y superar para un trato igualitario y para que se nos vea como mujeres plenas en derechos ¿Crees que la consecución de la plena igualdad para las mujeres con discapacidad es algo lejano o más bien tangible a corto plazo? Creo que más bien es un reto lejano, cambiar las cosas cuesta mucho pero poco a poco vamos haciendo cosas sin amedrentarnos y con fuerza, en grupo y unidas. De hecho, aquí en Andalucía hemos conseguido que ya se esté haciendo el segundo plan andaluz de mujeres con discapacidad, después de nuestra participación en el primero. También en las políticas de igualdad de la Junta se están visualizando algunos avances como la elaboración del primer protocolo de actuación para trabajar con mujeres víctimas de violencia. Poco a poco se avanza con logros tangibles, pero queda mucho camino por recorrer ¿Cómo ve la sexualidad y maternidad en las mujeres discapacidad? Creo que a las mujeres con discapacidad no se les puede coartar para su sexualidad y su maternidad. No somos seres asexuados, la sexualidad de la mujer con discapacidad no se reduce al coito sino que es muchos más, es sentimiento y cualquier persona, con o sin discapacidad, lo vive y nosotras tenemos el derecho a vivirla. Con respecto a la maternidad, tenemos esos derechos y la madre no solo es la que alimenta a su hijo o hija sino que le da amor y cariño y también se encarga de su cuidado, y ahí es donde es necesario el ayudante personal y a través de la Ley de la Dependencia se podía gestionar. Muchas mujeres con discapacidad están demostrando que somos capaces de asumir y ejercer la maternidad, madres con discapacidad física, orgánica, sensorial e intelectual. He visto grandes madres con discapacidad y también mujeres sin discapacidad que madres no se preocupan lo necesario por sus hijos o hijas. ¿Cómo afecta la violencia de género a las mujeres con discapacidad? ¿Hay datos sobre este problema? Sí hay datos, el último estudio realizado con más de 3.000 encuestadas en Andalucía arrojaba que un 31% de las mujeres con discapacidad sufren o han sufrido violencia de género, un estudio a nivel europeo eleve esa tasa hasta el 80%. La violencia de género en las mujeres con discapacidad es un problema que se torna muy complejo, ya que hay algunas discapacidades en la que esta violencia se hace invisible y es difícil de detectar. Solicitamos medidas que garanticen la protección de las mujeres con discapacidad frente a la violencia de género, para que se cumpla el Pacto de Estado en esta materia y para que sus medidas se adapten a sus necesidades, la accesibilidad a los servicios sanitarios. Pero además, hay otras formas de violencia contra las mujeres como es la económica con el control y dependencia del que maneja el dinero o la psicológica que se manifiesta en múltiples situaciones. ¿Cómo ves la situación de las mujeres con discapacidad actualmente y qué cosas quedan por conseguir todavía? En los últimos años se ha avanzado mucho, pero queda mucho por conquistar. En general, hay que mejorar e incrementar el presupuesto destinado a las políticas para la discapacidad y hay que poner en marcha pronto el segundo plan de mujeres con discapacidad. Hay muchas áreas en las que trabajar, como por ejemplo, la sanitaria, en la que hay que mejorar en la atención sanitaria en muchos aspectos, como en la atención temprana, ginecológica o la ampliación del catálogo protésico, entre otras cuestiones. En educación hay que apostar por una educación inclusiva en todos los niveles, desde infantil hasta la universidad. También pedimos que la discapacidad esté presente en las políticas activas de empleo con el impulso de programas específicos y de un plan de empleabilidad para estas personas. Hay que tener en cuenta también a las mujeres en el ámbito rural, que no se pueden olvidar y no se nos pueden perder y donde los servicios y atención a estas personas son más frágiles. También hay que agilizar los procesos de valoración de la discapacidad, ya que hay un retraso acumulado desde la pandemia. Por último, hay que incrementar los recursos presupuestarios para la dependencia y la autonomía personal, para facilitar una vida independiente a las personas con discapacidad con la figura del asistente personal. Este año has recibido uno de los premios Meridiana del Instituto Andaluz de la Juventud, ¿cómo valoras el galardón? El premio Meridiana ha sido una recompensa a la pelea que comencé en 2006 en el movimiento asociativo de la discapacidad, un reconocimiento a todo ese esfuerzo desarrollado durante tantos años pero también una motivación y una responsabilidad para continuar en este camino que me marqué como mujer con discapacidad. Es, sin duda, un incentivo para todas las mujeres con discapacidad por visualizar nuestra lucha y cada vez más mujeres se están subiendo a este carro.
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CON NOMBRE PROPIOUn espacio de entrevistas y reportajes que tiene como protagonistas a quienes trabajan por los derechos de las personas con discapacidad y por una sociedad más inclusiva. Archivos
Diciembre 2022
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